Hace un año...
Hace un año... todo era tan distinto!!!
Trabajaba. Me levantaba temprano cada mañana, me arreglaba y perfumaba y partía en metro hacia mi trabajo. Allá estaba todo el día, planillando, creando herramientas e indicadores de gestión. Almorzaba con mis compañeros de trabajo. Lunes y miércoles hacía pilates. Los jueves iba a un masaje en silla, que sagradamente reservaba a comienzos de cada mes. Los viernes iba al quiropráctico, por una tendinitis rebelde en mi muñeca. Cada mañana hacía gimnasia de pausa en un hall de la oficina, y el jueves era mi día favorito porque en la gimnasia tocaba hacernos masajes. Los viernes además iba a trabajar más informal. Llegaba a casa después de las 19:30, cansada y muchas veces chata. Todo eso hasta abril del año pasado, porque justo hace un año estaba ya en casa.
Dormía. Disfrutaba durmiendo hasta tarde los fines de semana. Y los feriados los pasábamos flojeando de lo lindo! Y justo hace un año dormía más de lo habitual porque me agotaba fácilmente. Pero dormía mal porque tenía una panza gigante que me hacía doler la columna.
Salía. No muy a menudo, pero salía con mi esposo. También invitábamos amigos a casa y jugábamos wii o juegos de mesa entretenidos. Nos quedábamos hasta tarde revolviéndola. Y justo hace un año y 2 días, invitamos a Rafa y Gaby y con ellos jugamos Guitar Hero. A mí me costó tomar la guitarra porque ya no tenía cintura donde ponerla.
Pensaba que era feliz. Despertaba cada mañana y besaba a mi esposo, feliz de estar un día más a su lado. Sentía unas pataditas (y luego volteretas) en mi panza y me encantaba sentirlas y poder imaginar a ese chiquitito revoltoso que respondía cuando le hablábamos. Soñaba con el día que finalmente fuéramos tres.
Pero justo, justo hace un año las cosas empezaron a cambiar!
Estaba en la clínica. Llegué temprano, empezando el día, para que me indujeran el parto. Esperaba que fuera algo no muy largo. Pero las horas pasaban y no había novedades. Escribía en el foro contando nuestros avances; escribía en facebook que aun no pasaba nada; hacía hora conversando con Jenny -la matrona-, con mi familia y mi esposo, con mi amiga y doc ClauZ; y veía Desperate Housewives!! Porque justo estaban dando un capítulo de estreno, después de más de un mes de repeticiones.
Las horas pasaban y seguíamos ahí, esperando. Una, dos, diez, once, ¡dieciseis horas! Sí, dieciseis horas esperando por ese anhelado momento especial. Y bromeábamos, porque queríamos que fuera el 28 y no el 29, que era el cumpleaños de mi hermano Lilo. Y el Seba decía "va a ser el 29 a las 00:30".
Estuvo muy cerca! Porque más o menos a esa hora nos anunciaron que el momento por fin había llegado. Todo el equipo médico se preparó rápidamente, la familia salió y mi esposo también se preparó. A mí me pusieron en posición y comenzamos la tarea. Y de pronto, todo sucedió... vi cómo tú, mi hijo, salías de mi cuerpo para nacer a este, nuestro mundo. Vi a tu padre cortar nervioso el cordón umbilical que nos mantenía unidos. Vi cómo respirabas por primera vez; cómo te limpiaban y te traían hacia mí. Y ahí, por primera vez te pusieron sobre mi pecho y vi tu carita, tu hermosa carita de angelito. Vi tus ojitos y tus manitos. Vi tu cuerpo frágil. Y vi a tu padre, emocionado y feliz, como yo también lo estaba. Vi cómo por fin éramos una familia.
Y ya no importaba que antes trabajara, durmiera o saliera. Porque ahora todo era distinto y mi vida giró para centrarse en ti, mi chiquitito. En ese bebé que miraba curioso a su alrededor, que succionaba mi pecho con fuerza y que con sólo escuchar mi voz calmaba su llanto. En ese pequeño bultito, fruto del inmenso amor que nos tenemos sus padres. Ahora ya no era Andy... pasé a ser Mamá.
No sé en qué momento pasó ya un año... Ahora eres un niño, curioso y hermoso, alegre y cariñoso. Eres el angelito que alegra cada día nuestros corazones. Eres nuestro regalo del cielo, a quien no nos cansamos de besar y abrazar. Hemos visto cómo mes a mes has crecido y aprendido cosas nuevas. Hemos escuchado tus primeras palabras y te hemos visto dar tus primeros pasos. Y nos has alegrado con tu risa, tan alegre y contagiosa. Hemos sido testigos de cada uno de tus logros. Y yo he sido privilegiada por poder dedicarme sólo a ti.
Ahora duermo poco en las noches y siempre despierto temprano, sea el día que sea. Porque ahora me despierta un golpecito en la cara y un mamama cariñoso. Y cuando abro los ojos, veo una gran sonrisa y siento tu abrazo cuando te lanzas hacia mí.
Ahora sí soy feliz.
Gracias hijo, por permitirme ser tu madre.
¡Feliz cumpleaños!