México, día 6-a (8/feb/07)

Despertamos tarde y fuimos a desayunar con Irene, que tan amorosa como ayer nos hizo huevos a la mexicana (con jitomate y cebolla, pero se los pedimos sin chile), té de guayaba, frutas (mango y kiwi) y unas quesadillas con papa y frijoles peruanos… desayunan livianito los mexicanos =)

Llegamos justito a las 10.30 para tomar el bus del tour... de hecho el conductor nos tocó el claxon para apurarnos =) Paramos en dos lugares a recoger gente (entre ellos unos canadienses bien apestosos) y partimos.

El primer lugar que visitamos fue el Museo de las Momias… muy escalofriante!! A la entrada había una inscripción en una pared que decía: “Detente pasajero… ayer por el mundo como tú viví, mañana en la tumba como yo estarás. Como te ves me vi, como me ves te verás…”

Lo primero que vimos fue el “salón de los angelitos”: una colección de fotos de bebés muertos, vestidos de angelitos, que era como una forma de tener un recuerdo del bebé… les sacaban fotos solitos, sentados, en brazos de la mamá, con sus hermanos, etc… horrible!!! Luego recorrimos los salones de las momias, eran 110 momias de hombres, mujeres y niños. Estas momias son naturales: los cuerpos se deshidratan por los minerales que tiene el agua que beben en vida y porque no los entierran en el suelo, no quedando en contacto con la humedad. Los mexicanos deben pagar una “perpetuidad”, que es el derecho a estar enterrados en el cementerio. Si no pagan las 5 cuotas (ellos en vida o sus familiares, si mueren) son exhumados. La primera momia que sacaron es la de un médico francés llamado Remigio Le-Roy. Como al exhumarlo nadie reclamó su cuerpo y estaba momificado, lo conservaron. Después cacharon que era buen negocio tenerlo en exhibición, así que cada momia que sacaban la dejaron para la colección y así nació el museo. En todo caso, sólo el 10% de los cuerpos exhumados están momificados, el resto es quemado.

La momia más grande que tienen mide 1.65 (porque al deshidratarse se encogen) y también tienen la más chica del mundo. Era bien conmovedor verlos, sobretodo cuando tenían un cartel con su nombre!!! Eso hace darse cuenta que alguna vez fueron personas vivas como nosotros… me dio lata que los tengan ahí en exhibición, como a los enanos antes en los circos… algunos incluso tenían pelo y hasta vello púbico… ¡qué nervios! Y había una mujer que fue enterrada viva y quedó momificada en una posición bien desesperada… pobrecita, sus últimas horas fueron terribles y más encima ahora está ahí expuesta alimentando el morbo de la gente. Se llamaba Ignacia Aguilar de Chirilo, murió en 1922.

Hasta el día de hoy siguen exhumando los cuerpos de los que no pagan la perpetuidad, así que el museo constantemente recibe nuevas momias… que horrible para los familiares saber que esa persona tan querida está ahí como algo freak para ver… imaginé que fuera un abuelo mío y me dio una pena!!!

A la salida del museo había una exposición del culto a la muerte, pero no entramos… mucha muerte por hoy.

Después el guía nos llevó a una joyería donde había cosas de plata de Guanajuato y de oro, bien bonitas, pero no compramos nada porque después vamos a ir a Taxco.

Al lado de esta joyería está la Hacienda del Cochero, que ahora se llama Museo de la Inquisición. Es una casona antigua muy linda, con un hermoso jardín a la entrada y pajaritos cantando. Nos esperaba un guía vestido de monje franciscano, a quien mientras esperábamos al resto el Seba le preguntó si es franciscano y él le respondió “soy padre… de 2 niños”.

Comenzando el recorrido nos contó que la casona la compró Fernando de Miera y en la entrada tenía su cementerio particular… entramos en la casa y era todo tenebroso… había una silla con puntas en el respaldo y en el asiento; una tabla para estirar el cuerpo 30 cm, tipo William Wallace; un aplastacabezas; una rueda para meterles la cabeza en el agua al girar; una guillotina y una mini-guillotina para cortar dedos y manos; unas jaulas colgantes donde morían de hambre; una silla desnucadora y un largo etcétera… todo horrible!! Daba nervios sólo imaginar que esas cosas fueron de verdad usadas…

Después de todo eso había una sala con hologramas super choris: un tren que se acercaba; Drácula que despertaba, etc. No sé qué tiene que ver con la inquisición, jajajaja, pero fue una buena forma de cambiar de switch.

Al final del recorrido nos mostró la hacienda por fuera, con sus muros extra-gruesos para que no se escuchara el ruido de todo lo que hacían adentro… Y luego había una cuestión para sacarse fotos… yo me puse en el verdugo pero no me resultó poner cara de mala, jajaja.

Ah, vimos los tranques de relave (que son los restos de la mina) donde los desperdicios se amontonaban y con eso se formó un terreno donde construyeron canchas de fútbol y béisbol. ¡Muy ingeniosos!

A continuación fuimos a la iglesia de San Cayetano, que tiene una historia detrás: Guanajuato es una ciudad minera. La mina había sido explotada, pero sólo superficialmente. Cuando llegó su nuevo dueño, desafió a San Cayetano y le dijo que si encontraba algo le iba a hacer una iglesia… y sacaron tanto oro y plata que llegaron a producir el 30% de la producción mundial! La iglesia tenía altares enchapados en oro, mucho oro por todos lados! Y en un muro al lado del altar nos mostraron que entre los dibujos grabados había camufladas algunas caras de dioses aztecas… se las ingeniaron los pobres indígenas para mantener sus creencias después de todo!

Un poco más allá estaba la mina La Valenciana. Entramos por San Ramón, que es la única parte habilitada para los turistas y donde no están trabajando. A la entrada el guía nos mostró el chacuaco: una torre alta de ventilación. Luego nos pusimos un casco y bajamos. Nos contaba que los mineros llevaban en la espalda sacos de 80-120 kg de roca y subían a la superficie caminando por unos tablones porque no había escaleras… y yo que llegué muerta con escalera y todo!! (y sin peso). Como adentro de la mina había gases entraban con una paloma y si ésta moría salían arrancando.

Dentro de la mina había una cruz representando y recordando a todos los fallecidos en ella. Muchos entraban pero pocos salían, y como no siempre se conocían una cruz era la única forma de honrarlos. Su expectativa de vida eran como 30 años!!

Nunca había entrado a una mina, es chori!! Pero trabajar ahí adentro debe ser horrible… y eso que bajamos unos poquitos metros no más porque vimos un plano de la mina completa y es enorme!!! Qué susto meterse ahí hasta el fondo!!

Después nos mostró el lugar donde molían lo que sacaban de la mina. Esto lo hacían las mujeres con sus pies… agotador!!! Después cuando llegaron los caballos ellos hicieron este trabajo.

Nuestra última parada fue el monumento al Pípila....

(CONTINUARÁ)