"La nieve tiene dos caras"

... eso fue una de las primeras cosas que escuché hoy al despertar. Estaba la tele prendida, como cada mañana, y hablaba un periodista del En Boca de Todos (gran programa!). Y se lanza esa frase: la nieve tiene dos caras. ¡Que cosa más rara! Entre sueños, yo pensaba que no, la nieve no tiene cara!! Sí tiene formitas, pero de ahí a que sean caras... Pues bien este periodista así lo afirmaba. Así que en mi cabecita loca se formó una imagen como esta:


(aunque mi cabecita loca dibuja mejor que mis manos).

La nieve y yo siempre hemos sido buenas amigas, así que yo conozco su cara feliz. Partiendo a los 6 años, en la Antártica. Lo pasaba chancho jugando en la nieve con mis hermanos y los otros niños! Aunque un niño que no lo pase bien en la nieve es como alguien como yo que no le gusten los chocolates o las papas fritas... o sea, ¡imposible! Ahí aprendí a esquiar también, o mejor dicho: "esquiar", porque no creo que le pegara mucho.

Después, en Puerto Varas, la nieve y yo tuvimos más encuentros: paseos familiares al volcán Antillanca o al volcán Osorno, paseos de curso al Osorno, etc. Y los típicos juegos: guerras de nieve, hacer monos de nieve, tirarse en un plástico a modo de trineo... aunque esto último siempre terminaba con los pantalones y churrines empapados, ja!!

Y luego me vine a Santiago, ¿y me creerán que acá continuó nuestra amistad? Quién lo diría, en el mismísimo Santiago. Pues sí. El 8 de septiembre del 99, el día que con el Seba cumplimos una semana de pololeo, estábamos en la Pastoral y de pronto se largó a nevar. Cosa muy extraña, porque estábamos en Santiago y ya casi en primavera! Pero ella, buena amiga, quiso saludarnos en ese día especial. Y nosotros, felices, corrimos por fuera de la Pastoral jugando con ella! Fue algo tan lindo que siempre lo recordamos.

Casi 8 años después, el 8 de agosto del 2007 (o sea ayer), nuestra amiga nuevamente vino a visitarnos. Y fue toda una sorpresa! En el trabajo escuchábamos que de Escuela Militar para arriba neveba. ¡Me dieron tantas ganas de ir! Pero la sorpresa fue cuando salí del trabajo: fuera del edificio corporativo hay un foco apuntando hacia arriba y ahí, contra la luz de ese foco, me di cuenta que la fina lluvia que caía sobre mí no era tal... ¡era agua-nieve! Incluso algunos copitos se formaban, pero al llegar a mi mano eran agua. ¡Qué cosa más linda! Y ahí me quedé, admirando su belleza, mientras todos corrían alrededor para no mojarse. ¿Será porque soy del sur que mojarme no me importa? Había algo más importante que eso!! Mal que mal, hacía 8 años que no caía nieve en la capital. Y con esta maravilla, mi corazón alegre le cantaba a Dios por crear algo tan bello como la nieve y por permitirme disfrutarla. ¡Y me fui feliz a casa!

Hoy en la mañana, al despertar, escuché que la nieve tiene dos caras. No pude evitar pensar en tanta gente que ve la cara triste de la nieve: los que duermen en la calle, los que quedan aislados, los que tuvieron un accidente. Pero, gracias a Dios, la nieve es mi amiga y siempre que llega me hace feliz. Miré por la ventana y vi blanco: los techos de los autos, la cancha de entrenamiento de Colo-Colo, etc. Y con tanto blanco alrededor, cómo no recordar tantos lindos momentos, como cuando jugaba en la Antártica, me tiraba en un plástico en el volcán Osorno, o celebraba una semana de pololeo con mi Seba?

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